Tras ver el documental: “Gimnasta A: El médico depredador” (2020) donde se narran las vivencias de abuso sexual de cientos de niñas y adolescentes gimnastas que formaban parte de la Federación de Gimnasia de EEUU, he decidido  escribir este post: “Si la víctima no habla es porque no puede”. Un médico de la Federación abusó durante años de todas esas chicas, y muchos miembros, entre ellos el presidente, silenciaron y ocultaron los hechos.

He elegido este título porque un comentario habitual que se escucha cuando una víctima empieza a hablar del abuso que sufrió es: ¿Por qué no lo dijo antes? Y la respuesta es: porque NO PUDO. Se suele producir un efecto dominó que cuando una víctima se atreve a verbalizar los abusos que vivió, otras muchas se animan a salir del silencio y al sentirse acompañadas, también pueden reconocer lo que ellas vivieron. Otras probablemente lo hubieran tenido disociado de su mente y al escuchar a otra víctima hablar, empezaran a hacerlo consciente. El miedo, la vergüenza y el sentimiento de culpa son tres de las emociones principales que hacen que una persona que sufre abusos se mantenga en silencio: teme no ser creída, se cree culpable, teme que la juzguen, tiene miedo del agresor, le asusta no ser protegida por otros, se avergüenza de sí misma por todo lo vivido…

Hay un momento en el documental que es muy emotivo y es muy simbólico del trabajo que una víctima necesitará hacer en psicoterapia: tiene que ver con EMPODERARSE y enfrentar al agresor (no siempre hay que enfrentarlo en el cara a cara, también puede hacerse de manera interna). En el juicio hacia este médico, la abogada consiguió que más de cien mujeres fueran a testificar y a verbalizar lo que quisieran hacia el hombre que las agredió. Es un momento muy emocionante porque muchas están llorando, nerviosas, enfadadas, y a la vez aliviadas porque pueden dirigir unas palabras hacia esa persona que las hizo tanto daño en el pasado. Pudieron colocar la responsabilidad en la única persona que la tiene: el agresor.

Otro aspecto del documental que hace reflexionar es la SEXUALIDAD ROBADA que se produce como consecuencia de una situación de abuso a edad temprana. Ese agresor ha invadido algo tan privado e íntimo de una persona como es el cuerpo, su identidad y su sexualidad, y no sólo eso, sino que ha introducido un daño que provocará que esa mujer en el futuro necesite reparar esa herida y reconciliarse con su cuerpo, con su sexualidad y con su propia imagen.

La palabra VÍCTIMA no suele gustar de primeras a ninguna persona. Ya comenté en los otros posts sobre abuso sexual (http://www.mariapsicologamadrid.com/blog/2018/5/21/la-herida-invisible-tras-el-abuso-sexual y  http://www.mariapsicologamadrid.com/blog/2015/4/26/el-proceso-de-reparacion-en-el-abuso-sexual) la importancia de nombrar y reconocerse como víctima, y responsabilizar a quien cometió el abuso y a quien no protegió.

En la mayoría de situaciones que hablemos de situaciones de cualquier tipo de abuso y maltrato, estaremos hablando de un TRIÁNGULO que siempre habrá que trabajar en terapia:

-LA VÍCTIMA. Aquí podemos hablar también del NIÑO/A HERIDO/A del pasado. Este nombre normalmente es mejor acogido por los pacientes que han sufrido situaciones de abuso. Hay un niño/a herido/a al que habrá que MIRAR CON COMPRENSIÓN, CARIÑO, PROTECCIÓN.

Lo más común es que las personas que han sufrido una situación de abuso se miren a sí mismas con crítica, culpa, rabia, incluso con agresividad. Será necesario indagar cómo han llegado todos estos mensajes hasta la persona (normalmente tienen que ver con mensajes dados por el agresor/a o por los adultos que no protegieron), para poder ir incluyendo otros que calmen, entiendan cómo se sintió aquel niño o niña, cómo actuó o no actuó, por qué no pudo hacer más de lo que hizo…

-QUIEN COMETIÓ LA AGRESIÓN: este trabajo hay que hacerlo con mucho cuidado, y sólo cuando la persona ha podido primero mirarse a sí misma en el pasado con otros ojos, ha podido empatizar, comprenderse, quererse y cuidarse. Normalmente las víctimas en el presente siguen dando mucho poder a quien las agredió, e incluso sienten un miedo atroz a pesar de que no hayan visto a ese agresor/a durante muchos años atrás. Y ya si quien agredió forma parte del entorno familiar y en el presente tienen que seguir viéndole, esta situación es aún más complicada.

El trabajo aquí viene por empezar a responsabilizar al agresor, y no a sí mismas. En el documental se ve cómo muchas de las gimnastas no podían responsabilizar al médico que abusaba de ellas porque estaban confundidas, creían que lo que estaban viviendo tenía que ser así.

Quien agrede tiene una capacidad de manipular, de convencer, de amenazar explícita o implícitamente, de infundir miedo, de confundir, de culpar, de agredir de una manera pasiva o en otras ocasiones más activa… que siendo una niña o una adolescente es muy difícil de enfrentar.

Las emociones que necesitarán expresar hacia quien las agredió son rabia, enfado, frustración… para ir poco a poco dejando atrás al miedo que durante muchos años las ha estado paralizando frente a esta figura que las dañó. El objetivo es dejarlo ir, conseguir que pierda la fuerza y el poder que hasta este momento ha estado teniendo. Necesitan sentirse adultas y sentir que ya no son unas niñas indefensas y que ahora como adultas pueden defenderse y podrán defenderse en el futuro aunque en el pasado no pudieran.

-LA AUTORIDAD QUE NO PROTEGIÓ (otros adultos). Si el trabajo con el agresor/a debe hacerse con cuidado, aquí llegamos a la otra parte compleja del trabajo con una situación traumática: los adultos que eran autoridad y que callaron, fueron cómplices, no protegieron, o incluso fueron partícipes de las agresiones.

Normalmente aquí aparece la figura de padres que desprotegieron a sus hijos. Sin embargo puede haber otras figuras de autoridad: en el documental son los entrenadores y el propio presidente de la Federación quienes estaban al tanto y permitían y silenciaban todos los abusos que se estaban produciendo, y en cambio los padres de algunas gimnastas sí que apoyaron.

Esta parte suele ser muy dolorosa para los pacientes, ya que han intentado guardar una imagen protectora de sus padres o de otros adultos que estaban a su cargo. Para para mantener esa imagen intacta, se han dañado a sí mismas echándose toda la responsabilidad. Empezar a ver la responsabilidad en el resto de adultos alivia en una parte, pero a la vez, duele mucho, sobre todo cuando se trata de personas que ese menor quiere y ha considerado importantes. Ver que no protegieron lo que tenían que haber protegido es necesario, reparador y a la vez doloroso.

También puede haber por supuesto ADULTOS QUE SÍ PROTEGIERON, y estos serán muy importantes en el trabajo en terapia: padres, un profesional que supo escuchar, una amiga, un hermano, un profesor… que simbolizará la seguridad que necesita ese niño herido. Si no los hubiera, habría que construir en el presente esas figuras protectoras de una manera interna y también contar con apoyos sociales.

A pesar de la dureza del documental, recomiendo poder visualizarlo para que todo el mundo se siga concienciando de que hay mucho silencio y secreto aún en torno a las situaciones de abuso sexual. El silencio solo protege al agresor y no a la víctima. Es necesario acompañar a las víctimas para que empiecen a hablar, y recordemos, si no lo hacen antes es porque NO HAN PODIDO. Nunca juzgues a una víctima sin saber su historia.

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