En este momento actual hay muchas personas que están sufriendo por haber perdido a sus seres queridos. Hoy quiero compartir con vosotros una carta de despedida que ha escrito una de mis pacientes dirigida a su marido que falleció hace unas semanas. Le agradezco que me haya dado su consentimiento para poder publicarla. La idea es que sirva para otras personas que están en la misma situación y puedan sentir que no están solos en este proceso tan doloroso.

Antes de mostraros la carta, escribiré unas breves palabras sobre L. Es una mujer de 62 años que acudió hace unos meses a pedir ayuda porque se encontraba con unos conflictos con su familia de origen que quería trabajar. En aquel momento vivía con su marido, ya que sus dos hijos se habían independizado del domicilio familiar. Su marido A. de 65 años estaba jubilado, tenía algunos problemas de salud pero sin llegar a ser significativos y hace unos meses enfermó de coronavirus. Estuvo ingresado en la UCI intubado durante un mes hasta que finalmente falleció. Durante ese mes nadie pudo ir a visitarle, ella recibía una llamada diaria del equipo médico que le daba un “parte diario” de la situación de su marido, y sí le permitieron a ella y a sus dos hijos ir a despedirle tras su muerte pero sin poder tener ningún tipo de contacto físico, equipados con trajes de protección. Semanas más tarde pudieron incinerarle en una localidad fuera de Madrid, debido al colapso de los tanatorios en nuestra ciudad. Están esperando a que se abra el transporte entre ciudades para poder esparcir las cenizas en el pueblo donde él nació.

Aquí va la carta:

“Querido A.. Se me hace tan difícil escribirte estas palabras, hay días que aún no creo lo que ha ocurrido. Sabes que siempre me ha gustado mucho escribir, y justamente ahora lo estoy necesitando más que nunca. Tú solías decir que el mundo se había perdido a una gran escritora. Ahora tengo que decirte adiós, y no me veo preparada. La semana pasada soñé contigo: estabas en el hospital, yo iba a verte y el médico se reunía conmigo para decirme que te habías recuperado. Era una sensación agridulce, me decía que habías sanado pero yo te buscaba por el hospital y no te veía por ninguna parte. María dice que es normal que sueñe mucho contigo y que de hecho, los sueños nos van a ir dando información de cómo voy a ir atravesando este camino. Creo que es el camino más difícil que tengo que recorrer, y no sé si voy a tener fuerzas. Han sido semanas muy duras, cuando empezaste con aquella tos y a no poder respirar bien, me preocupé mucho, todo esto era tan nuevo, decían que era parecido a una gripe normal, pero empezaban a aumentar las personas que perdían la vida a causa de este virus. Uno de los momentos más duros fue cuando te llevaron al hospital, no poder ir contigo, no poder estar a tu lado para cogerte de la mano, incluso para poder dormir contigo en la habitación como cuando años atrás te operaron de la rodilla y estuve a tu lado todo el tiempo. ¿Cómo habrás pasado tú esos primeros días? Porque después cuando decidieron intubarte y sedarte pensaba que estarías dormido y que estarías descansando sin sufrir. Yo esperaba con mucha ansiedad la llamada que me hacían los médicos cada día. Nunca era a la misma hora, así que estaba sin separarme del teléfono ni un momento para tener noticias de ti. Los médicos han sido en general amables, pero claro, son médicos, y esa llamada era escueta y con una información bastante neutra. Ellos no me creaban ningún tipo de esperanza, hasta que un día después de unas semanas me comunicaron que la situación era complicada y delicada. Tú no mejorabas, y fue como si de repente un tornado hubiera pasado por encima de mí. No quería escuchar lo que me estaban diciendo, no ibas a poder salir de ésta. No pude parar de llorar en todo ese día, me sentía muy sola, además sin poder salir de casa ni ver a nadie. Finalmente llegó la llamada de confirmación de que habías fallecido y nos permitían a los niños y a mí ir a despedirnos al hospital con un traje de protección. Podíamos verte pero sin poder tocarte. ¿Por qué te has tenido que marchar tan pronto?, ¿Por qué el virus tuvo que tocarte a ti?, ¿Por qué no has podido superarlo?. Son tantas las preguntas que me hago una y otra vez. No puedo aún escribir cómo fue el momento en el que nos despedimos porque aún me duele muchísimo, es una de las imágenes que tengo más tristes de estos días. Ahora sólo siento vacío, soledad y un gran dolor por dentro. Ya se puede poco a poco ir saliendo a la calle, aunque yo no tengo ganas de nada. Tener que decirte adiós de esta manera tan imprevista, tan dura, tan inhumana… Te echo mucho de menos, ¿cómo habrás vivido tú todo esto?, ¿te habrás sentido solo?, estas preguntas me atormentan. No estoy preparada para decirte adiós, y voy a necesitar escribirte muchas cartas como ésta porque tengo muchas cosas que contarte aún. Te quiero A., allá donde estés si puedes oírme, espero que nunca lo olvides. Yo seguiré luchando para poder tener una vida sin tu compañía.”

L. ha encontrado en la escritura una vía de acompañamiento y de desahogo frente a todo lo que está sintiendo. Está al comienzo de su duelo, de la pérdida de su marido. Cada cual va a tener que ir descubriendo qué le ayuda a ir expresando lo que siente. En general, la escritura suele ser una buena compañía en estos momentos.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que hay peculiaridades con respecto a la elaboración del duelo de personas fallecidas a causa del covid-19 para ir valorando la evolución:

  • Imposibilidad de acompañar con presencia física en los últimos momentos

  • En el caso de L. sí le permitieron ver el cuerpo de su marido, aunque sin poder tener contacto físico, y esto ayuda para comenzar el duelo, aunque habrá que trabajar la parte emocional de no haber podido despedirse con contacto físico. Ella tuvo suerte en esto, pero hay quien tampoco ha podido ver el cuerpo.

  • Dificultad de comenzar los RITUALES en torno a la pérdida: no poder ir al tanatorio y estar acompañada de otros familiares, no poder hacer el entierro y cuando se permita va a ser en un grupo muy reducido… Como formas alternativas, L. por ejemplo, ha estado teniendo encuentros virtuales con familiares como una manera de despedir a A. Y tanto sus hijos como ella esperan ir a esparcir las cenizas cuando haya movilidad.

En la carta de L. pueden verse muchas preguntas que se va haciendo desde la tristeza, el dolor, la rabia, la frustración, el miedo… Hay una revisión de la vida de uno, de quién es uno, de quién ha sido uno en el pasado y cómo esta pérdida va a promover cambios en quien era.

Y para finalizar y de manera muy breve recordar las tareas a la hora de enfrentar un duelo de las que habla William Worden, que es un experto en duelo:

1.       Aceptar la REALIDAD de la pérdida.

2.       Dar EXPRESIÓN a las emociones y sentimientos.

3.       Revisar nuestro mundo de SIGNIFICADOS, y a adaptarse a la realidad de la pérdida.

4.       RECOLOCAR al difunto para seguir viviendo.

Todo mi apoyo y cariño para aquellos que están atravesando el dolor de la pérdida en estos momentos y especialmente a L. por exponerse y compartir con todos sus vivencias. Comparto una reflexión que leía hace unos días de un médico de cuidados paliativos (Jorge I. Montoya Carrasquilla) que decía: “En la pérdida de un ser querido duele el PASADO, el PRESENTE y el FUTURO”.

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