¿Alguna vez has tenido la sensación de que estabas haciendo el ridículo?, ¿has sentido que los demás te miraban y pensaban algo malo de ti?, ¿has querido que la tierra te tragara y desaparecieras de una situación? Si has respondido que sí a alguna de estas preguntas significa que has sentido VERGÜENZA.

La VERGÜENZA  es una emoción que no suele ser muy protagonista cuando se habla de las emociones, sin embargo, está muy presente en la vida de las personas. Hay que diferenciar lo que sería sentir vergüenza en un determinado momento como algo puntual, a sentir vergüenza como una manera de verse a uno mismo.

·         EL CONCEPTO DE VERGÜENZA

Cuando hablo de sentir vergüenza implica verse desde UNA IMAGEN DESVALORIZADA: sentirse inferior, tener la sensación de no ser valiosa, sentirse insuficiente, sentir que no es normal, que es defectuosa, que no merece ser querida, que es alguien malo. El mensaje que puede resumir lo que siente una persona con vergüenza sería algo así como: “ALGO HAY MAL EN MÍ”.

Por lo tanto, al pensar en vergüenza tenemos que pensar en que está íntimamente relacionada con el concepto de autoestima. Alguien que se autodefine y se autopercibe en términos negativos, se siente tremendamente VULNERABLE.

En el sentimiento de vergüenza siempre hay una MIRADA EXTERNA O INTERNA CRÍTICA hacia nosotros mismos: puede existir realmente alguien crítico o que ridiculice y sea quien provoque ese sentimiento de vergüenza (mirada externa), o bien puede darse que la persona atrapada en el miedo a qué pensarán los otros, proyecte esa mirada crítica en los demás y en realidad sea una parte de uno mismo quien está juzgando y rechazando (mirada interna).

Las dos preguntas que están implícitas en todo lo anterior serían: ¿QUIÉN SOY YO ANTE MÍ MISMO? Y ¿QUIÉN SOY YO ANTE LOS DEMÁS?

·         DIFERENCIAR LA VERGÜENZA DE LA CULPA Y DE OTRAS EMOCIONES

La vergüenza y la culpa a veces se pueden confundir, y por ello quiero aclarar cuáles serían las diferencias. De inicio, evolutivamente la vergüenza es una emoción que se siente antes que la culpa. La vergüenza tiene que ver con el “SER” y la culpa tiene que ver con el “HACER”.

Por ejemplo: quien siente vergüenza porque cree que ha hecho el ridículo en una reunión social pensará y sentirá: “soy inadecuada, soy una inútil, soy inferior a otros”, mientras que alguien que ha hecho algo por lo que se siente culpable, tenderá a sentirse mal por la acción que haya hecho, “le grité y ahora me siento culpable por ello”, pero no necesariamente cuestionará quién es como persona, sino que se cuestionará el hecho en sí, e intentará arreglarlo o repararlo (en el ejemplo podría pedir perdón).

Ahora bien, si el sentimiento de culpa no se resuelve y se mantuviera instalado en la persona, es muy probable que desemboque en vergüenza.

La vergüenza va de la mano con otras emociones como la TRISTEZA Y EL MIEDO, y en cambio está muy alejada de la RABIA Y EL ENFADO, ya que alguien que se siente menguado frente a la mirada de los demás, tendrá dificultades para expresar rabia y poner límites.

·         CÓMO SE LLEGA A LA VERGÜENZA

Para que alguien tenga una autoimagen desvalorizada y sienta vergüenza ha tenido que vivir en el pasado desprecio y/o rechazo de las personas significativas en su entorno (padres, hermanos, amigos, profesores), y poco a poco, habrá ido internalizando todos esos mensajes recibidos del exterior hasta ir haciéndolos suyos.

Algunas posibles combinaciones de familias y vivencias en la infancia y adolescencia que explicarían el sentimiento de vergüenza en un adulto serían:

-Familias HIPEREXIGENTES hacia los hijos, que han depositado expectativas muy altas sobre ellos, y donde hay una permanente sensación de que nunca será suficiente para esos padres.

-No haber sentido amor por parte de seres queridos, y crecer sintiendo que tienen poco valor para los distintos miembros de la familia.

-Padres narcisistas (para ampliar más información sobre narcisismo os dejo otro post de hace tiempo: http://www.mariapsicologamadrid.com/blog/2018/4/24/que-significa-que-alguien-sea-narcisista), que temen ser superados por sus hijos, critican, humillan y rechazan cualquier signo de vulnerabilidad mostrado.

-Familias donde hay una inestabilidad afectiva: abandono, maltrato, abuso, negligencia de cualquier tipo.

-Padres muy vergonzosos que a su vez tienen una autoimagen muy negativa de sí mismos y no han podido ayudar a sus hijos a construir una imagen de seguridad y valía.

-Experiencias de acoso escolar mantenidas en el tiempo donde se haya vivido burlas, humillaciones, desprecio.

-Relaciones con hermanos de maltrato o abuso de poder.

 ·         CÓMO SE CAMUFLA LA VERGÜENZA

Hay varios caminos que tenemos para defendernos de este sentimiento tan profundo:

-EVITACIÓN: de todas aquellas personas o situaciones en las que creamos que vamos a ser evaluados, que vamos a estar expuestos y que podamos recibir una mirada crítica

-MENTIR U OCULTAR: omitir información o incluso mentir y dar datos falsos para no mostrarnos vulnerables frente a los demás, y así evitamos que pueda haber una sensación de humillación.

-CONTRAATAQUE: también puede darse en personas que sienten mucha vergüenza que pasan al extremo contrario, es decir, que contraatacan a los demás, descalifican, humillan o se burlan como una manera de trasladar la angustia propia de ser “cazados” y se vuelven “cazadores”.

-DIFERENTES SÍNTOMAS: adicciones, ideas obsesivas, perfeccionismo, trastornos de la conducta alimentaria, conductas de riesgo…

·         TRABAJAR SOBRE LA VERGÜENZA

En terapia hay varias maneras de ir trabajando sobre el sentimiento de vergüenza:

-Entender cómo se originó este sentimiento y hacer un recorrido por la infancia y adolescencia en busca de SITUACIONES donde se recuerde haber sentido vergüenza e ir analizándolas y trabajándolas en detalle.

-Localizar qué PERSONAS fueron quienes avergonzaron, qué decían, qué expresaban con su comunicación no verbal, cómo se sentían cuando oían o veían tal actitud…

Recuerdo un paciente que me decía que en su casa no hacían falta las palabras, sólo con la mirada que le echaba su padre le era bastante para sentirse inadecuado e inútil. Por lo tanto, no siempre habrá que rastrear sólo los mensajes verbales sino también los no verbales.

-QUÉ OTROS MIEMBROS DE LA FAMILIA SENTÍAN VERGÜENZA: qué les hacía sentir avergonzados, qué expresaban, en qué situaciones.

-DÓNDE SE FOCALIZA LA VERGÜENZA: en aspectos de la personalidad, en el cuerpo, en la familia.

Por ejemplo, me contaba una chica que tenía un padre alcohólico que sentía mucha vergüenza de que alguien del entorno pudiera ver a su padre en un estado embriagado y no compartía con nadie todo el malestar que se vivía en casa.

-DETECTAR LA PARTE INTERNA AUTOCRÍTICA que se ha aprendido e interiorizado a partir de las miradas recibidas en el pasado, y ver cómo en la actualidad ese “juez interno” se dirige a uno mismo, qué dice, cómo lo dice…

Ej: Otra paciente llamaba Rottermeyer a su voz crítica y empezó a poner conciencia de cómo se dirigía a sí misma, lo agresiva que podía llegar a ser, qué mensajes tan dañinos se decía (insultos), y este fue un primer paso para trabajar sobre ello.

-AMPLIAR LA MIRADA HACIA UNO MISMO: normalmente las personas que sienten vergüenza es como si dentro de una habitación a oscuras sólo tuvieran un flexo apuntando a una parte de la habitación, y esa parte sea la que rechazan y observan con una lupa constantemente. De ahí generalizan acerca de sí mismos. Siguiendo con esta metáfora, lo que haríamos en terapia sería encender la luz del techo de la habitación para que empiece a iluminarse la habitación entera y no sólo una parte y así empezar a ver: ¿QUIÉN MÁS ES UNO APARTE DE LO NEGATIVO?

-ACOGER LAS VULNERABILIDADES DE CADA UNO e integrarlas. Es decir, en vez de luchar con eliminar lo que no me gusta de mí, en vez de esconderlo, evitarlo, vamos a acogerlo: ver qué puedo cambiar, hasta dónde voy a poder cambiar, y empezar a mirar con cariño y comprensión todo aquello de mí que no me guste. Las personas que sienten vergüenza a menudo tienden a querer eliminar todo lo que no les gusta de sí mismas, y entran en un bucle de seguir rechazando y cuanto más rechazan, más odio sienten hacia sí mismas y así repetidamente.

-DETECTAR LAS MIRADAS CRÍTICAS REALES DEL EXTERIOR Y CUÁLES SON FANTASEADAS, es decir, poder diferenciar cuándo hay un peligro en el exterior, qué personas son dañinas y agresivas y hacia ellas habrá que poner límites, y a la vez, ser consciente de cuándo somos nosotros quienes PROYECTAMOS esa crítica en los demás.

Espero que esta mirada más profunda hacia la vergüenza haya podido servir para entender mejor esta emoción y todo lo que la rodea.

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