Se acercan las vacaciones y aunque normalmente son unos días muy deseados por todo el mundo, también suelen aparecer problemas a la hora de enfrentarlas: planes no elegidos, tener que pasarlas con personas que uno no quiere, más tiempo libre y enfrentar la inactividad, no siempre tener planes divertidos… En fin, una serie de circunstancias a las que no siempre estamos preparados para sobrellevar. Por ello, en este post quiero hablar de lo que he llamado “EQUIPAJE PSICOLÓGICO”: es decir, aquellos conceptos que pueden resultar prácticos para llevarnos con nosotros durante nuestras vacaciones. Aparte de la maleta con la ropa, os animo a hacer una maleta simbólica llena de las siguientes cosas:

          -AJUSTE DE EXPECTATIVAS: habitualmente me encuentro a pacientes frustrados o antes o después de sus vacaciones por cómo han sido las mismas. Muchas veces es necesario revisar qué expectativas estamos colocando y hacernos alguna de estas preguntas: ¿Qué espero yo de mis vacaciones?, ¿Qué ocurre si alguno de mis planes no se lleva a cabo?, ¿cuánto de flexible soy para adaptarme a las adversidades?, ¿cómo es mi capacidad de improvisar?

          Ajustar las expectativas no significa que uno no desee nada, ya que eso tampoco nos haría disfrutar. La clave está en poder ajustarlas, equilibrarlas y encontrar un punto intermedio entre ni querer todo ni no querer nada.

          -CAPACIDAD DE ADAPTARSE A CAMBIOS. Esto tiene que ver con lo que comentaba anteriormente. Cuanto más flexible, menos rígidos sean los planes, más capacidad de adaptación a cambios y a la improvisación se tenga, mayor será la probabilidad de disfrutar de mis vacaciones.

          -DISFRUTE. La capacidad de disfrutar no es la misma para todos, ni mucho menos el concepto en sí. Luego aquí lanzo una nueva pregunta: ¿Qué es disfrutar para mí?, ¿Qué tiene que pasar para que me divierta?, ¿Mi disfrute depende de mí solo o necesito forzosamente a los demás?. En la medida en la que pueda disfrutar también conmigo mismo, podré ampliar las posibilidades para que las vacaciones sean placenteras y no dependa sólo de los demás para conseguirlo.

          -DETECTOR DE CONFLICTOS: con este punto me refiero a que puede ser útil observar y detectar qué posibles conflictos estaban latentes en las relaciones con las personas con las que viajo (pareja, familia, amigos…) y que en vacaciones salen a la luz, para poder rescatarlos a la vuelta de las mismas. Detectar conflictos no significa que uno tenga que resolverlos en las vacaciones, tampoco que uno los ignore y los deje pasar, sino que la idea sería verlos para después rescatarlos. Es muy común que aparezcan más discusiones, conflictos, disputas cuando se pasa más tiempo con seres queridos. La gran hazaña será distinguir si son diferencias que tienen que ver con algo puntual de las vacaciones o bien se arrastran de tiempo atrás y lo que hace el período estival es sacarlos a la luz.

          -TOLERAR EL ABURRIMIENTO O EL “NO HACER NADA”, “ESTAR PARADO”. Este punto me parece crucial, y no solo hacerlo en vacaciones. Vivimos en un mundo de movimiento, de hiperactividad, de no parar de hacer, hacer y hacer… y cuando llega el descanso, el “pararse”… hay muchas personas que se agobian porque empiezan a notar y a escuchar sus emociones, a observar su cuerpo, incluso otros pensamientos que en la rutina del día a día no aparecen. Siempre es interesante escuchar qué viene en esos momentos de “no hacer nada”, y creo que es imprescindible tolerar estar aburrido, y sentir que no se está haciendo nada porque da mucha información. No siempre pueden existir días soleados, los hay nubosos o con lluvia, y también hay que saber convivir con ellos.

          -NEGOCIACIÓN: normalmente en vacaciones pasamos tiempo con otras personas. Negociar implica que uno puede tomar decisiones pero que también es capaz de empatizar con los deseos y necesidades de los demás, y está dispuesto a adaptarse a los planes de los demás. En la medida en la que podamos negociar y equilibrar mi deseo y el deseo de los otros, las vacaciones podrán disfrutarse más.

          -RESCATAR LO POSITIVO: hay personas que cuando ven un punto negro en una pared blanca son capaces de quedarse con ese puntito negro que saca de “la perfección del blanco” a la pared. ¿Somos capaces de valorar lo bueno que hemos vivido?, ¿Podemos hacer un balance para diferenciar los ratos agradables de los desagradables y valorar los primeros frente a los segundos?

          -ELEGIR: elegir va unido a poner encima de la mesa nuestro deseo. Si podemos desear, elegir y que ese plan tenga hueco, será más probable que nuestras vacaciones sean satisfactorias. Sin olvidar que no estamos solos y nuestros deseos no son mejores que los del resto, habrá que convivir con todos. Y por otro lado, elegir también implica renunciar, no se va a poder tener "todo".

          Hacer las maletas a veces trae algún que otro quebradero de cabeza, y la maleta simbólica que yo os propongo hoy probablemente también. Espero que os sirva para reflexionar sobre algunas cuestiones, y que se pueda lograr el objetivo final que es que las vacaciones se disfruten y sean placenteras en su mayor medida.   

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