Como psicóloga que he acompañado y sigo acompañando a personas que han sufrido un abuso sexual en algún momento de sus vidas, quería escribir este post coincidiendo con el juicio del caso de la Manada, para apoyar a la víctima y a todo aquel que lleva consigo esa herida invisible y profunda que es haber recibido un abuso sexual. Mi intención es explicar y esclarecer qué piensa, siente, y actúa alguien que ha sufrido un abuso sexual.
Para comenzar, he estado dando vueltas a cómo quería llamar a este artículo, y creo que nombrar las palabras HERIDA INVISIBLE son muy gráficas para alguien que ha pasado por ello. Existe una herida profunda, dolorosa, y a la vez invisible, silenciada durante mucho tiempo para la gente de alrededor.
A continuación, iré desmenuzando los distintos elementos que forman esa herida:
-SILENCIO. El silencio es algo muy común cuando existe un episodio de abuso sexual. Los abusadores suelen utilizar mensajes manipuladores y amenazantes para que la víctima asustada, no cuente nada: “Si lo cuentas, te dejaré de querer”, “Te va a pasar algo malo”, “No se te tiene que notar nada”, “Esto es algo entre tú y yo porque tenemos una relación muy especial”… que impiden que muchas víctimas puedan explicar lo que les está ocurriendo.
Por otro lado, para la propia víctima es común que su cerebro deje “apartado” ese episodio, algo así como si lo dejara fuera de su conciencia, como metido en una caja fuerte del que pareciera habérsele olvidado la contraseña, y de repente, un día puede acordarse de ella (a través de un estímulo que active alguno de esos recuerdos reprimidos) y acceda a la memoria la situación de abuso sufrida.
-TSUNAMI DE EMOCIONES Y SUS CONSECUENCIAS DEVASTADORAS: Cuando esa caja fuerte se abre, afloran muchas emociones que normalmente desbordan y aparecen con mucha intensidad
·VERGÜENZA: hay pacientes que me han relatado sentirse “rota en mil pedazos”, la autoestima y autoconfianza quedan destruidas. Si el abusador es un miembro de la familia, pueden sentir vergüenza al reconocer que querían sentirse importantes para esa persona. Aquí es necesario separar que querer sentirse querida o preferida por un familiar o alguien importante del entorno es muy distinto a provocar o a desear un acto sexual con esa persona.
·MIEDO: a no ser creída si lo cuenta, a que volviera a repetirse la situación, a no tener herramientas para actuar si en un futuro volvieran a querer abusar de ella…
·CULPA: por pensar que lo podían haber frenado o evitado.
·ASCO: esta emoción es habitual que aparezca y según mi experiencia, muchas personas que han sufrido abuso sexual tienen dificultades con la comida (anorexia, bulimia…) como un intento inconsciente de librarse de ese asco sentido. También puede verse afectada el área sexual (no tener deseo sexual, anorgasmia, dolor en las relaciones...)
·TRISTEZA, DESAMPARO
·ENFADO: el enfado no siempre está dirigido hacia el abusador, sino que en muchas ocasiones está dirigido hacia sí misma. Sobre todo ocurre cuando la persona tenía un vínculo previo con esa persona, es decir, que el abuso haya tenido que ver con alguien con quien a la vez se tenían sentimientos de afecto y cariño. Sería algo así como tratar de justificar lo ocurrido y de ahí que la víctima se cargue con mensajes del tipo: "yo lo provoqué, no hice nada para evitarlo...".
-SENTIMIENTO DE INDEFENSIÓN, IMPOTENCIA. “SENTIRSE MUY PEQUEÑA”. Es como si la persona se sintiera sin recursos, como de pronto una niña paralizada frente a algo que le supera y no sabe cómo enfrentar. Suele conectarse con una parte infantil muy vulnerable y frágil.
-MECANISMOS DE DEFENSA: DISOCIACIÓN Y NEGACIÓN. (http://www.mariapsicologamadrid.com/blog/2016/11/24/un-repaso-por-los-mecanismos-de-defensa-que-utilizamos). No voy a extenderme mucho en este punto porque ya hablé en otro momento de cuáles son los mecanimos de defensa que utilizamos. Sí explicar que la DISOCIACIÓN es el mecanismo de defensa por excelencia que se desencadena frente a toda situación traumática vivida. Coloquialmente, sería como si uno “desenchufara” las imágenes dolorosas con las emociones vividas, y hubiera una fragmentación de recuerdos, sensaciones, pensamientos, emociones… que conforman muchas piezas de un puzzle que están sin armar.
Y otro de los mecanismos habituales es LA NEGACIÓN, que tendría que ver con eliminar de la conciencia lo vivido y evitar nombrarlo, hacerlo real y enfrentarlo.
-DIFICULTAD PARA DECIR "NO" Y PONER LÍMITES. Una de las consecuencias de haber sufrido un abuso sexual es la dificultad para identificar situaciones de daño en el futuro. Habría una sensación interna de "todo vale, o tienes que aguantar lo que sea". La persona queda expuesta a una vulnerabilidad elevada de volver a repetirse una situación abusiva en cualquier ámbito de su vida. Aprender a decir "no" y a confrontar serán algo fundamental en la reparación de esta herida y para construir una armadura nueva.
-RELATO CONFUSO, DIFICULTAD PARA SEPARAR LO IMAGINADO FRENTE A LO REAL. Existen agujeros negros. Es muy común que no haya un relato claro en relación a los recuerdos y vivencias, sino que haya “agujeros”, trozos que no se pueden recordar o rescatar, sensaciones que no tienen imágenes relacionadas con ellas. Una paciente me decía: “tengo la sensación de que me ha pasado algo, no sé qué porque no tengo ningún recuerdo”. Esto ya es un dato significativo para seguir indagando hasta descubrir si ha habido o no una situación de abuso. Hay que dar validez a esa parte de sensaciones físicas independientemente de que existan unos recuerdos o imágenes asociadas, ya que con el trabajo terapéutico irán apareciendo después.
-¿POR QUÉ A MÍ? Esta es una pregunta que suelen hacerse todas las personas que han sufrido un abuso sexual. La identidad y la autoestima queda tan fragmentada que es muy habitual que las respuestas sean del tipo: “porque me lo merezco”, “porque soy odiosa”, “porque soy mala”, “porque soy repugnante”, “porque lo he provocado yo”… Esto tiene una explicación y es que en la medida que la víctima se coloca la responsabilidad de que fue por ella por lo que ha ocurrido, es un intento de “salvar” a ese abusador y no enfrentarse con la rabia y la ruptura de ese vínculo. Normalmente ocurre en abusos intrafamiliares.
-PESADILLAS: en ocasiones un olor, un sonido, una imagen, un pensamiento o una sensación física puede conectarse con cualquier recuerdo del episodio de abuso. Es muy habitual que las personas que lo han padecido tengan pesadillas recurrentes. El contenido de las mismas puede ser un material rico para analizar en las sesiones de terapia.
-¿QUÉ HAN HECHO LOS ADULTOS “PROTECTORES”?. Este es un punto muy importante a la hora de que alguien pueda superar una situación traumática como es el abuso sexual. En muchas ocasiones, los otros adultos que tendrían que haber protegido a ese menor, niegan, evitan, miran hacia otro lado… siendo cómplices de la situación de abuso de una manera indirecta. En realidad, es como recibir un segundo abuso por parte de quienes tenían que haber protegido. Tomar conciencia de esto produce un dolor desgarrador, y de ahí, la sensación de desamparo y soledad que antes describía.
Por último, animar a las víctimas a romper ese silencio y dar el paso de abrir esa caja fuerte en un ambiente seguro como es el espacio terapéutico. Si se quiere ampliar más información, aquí dejo otro artículo donde sí me detuve en explicar en qué consiste el proceso de reparación de dicha herida: http://www.mariapsicologamadrid.com/blog/2015/4/26/el-proceso-de-reparacion-en-el-abuso-sexual