A menudo me encuentro que la mayoría de pacientes que acuden a mi consulta tienen una emoción que suele estar camuflada bajo otras como son el enfado, la tristeza, la culpa… pero que cuando vamos quitando capas a la cebolla, vemos que en el fondo hay un sentimiento de frustración intenso.

 ¿Qué es la frustración?  

La frustración es esa emoción que sentimos cuando nos es imposible satisfacer una necesidad o un deseo que tenemos.  

Las causas de no poder conseguir lo que nos gustaría pueden ser dos: interna o externa. En ocasiones, es más difícil de asimilar la interna, y se pueden dar las dos a la vez. Para que se entienda bien, pondré varios ejemplos:

 Por ejemplo, tengo una paciente que busca un trabajo que le satisfaga, y no lo encuentra. Se siente frustrada. La causalidad externa sería pensar que apenas hay trabajo hoy en día, que no está teniendo suerte, que los entrevistadores no están sabiendo valorarla… Colocarlo fuera de nuestra responsabilidad es más fácil de asumir.

 La causalidad interna sería pensar que algo no está haciendo bien ella para que no pueda obtener dicho trabajo. Esto supone un proceso de autocrítica y autoreflexión que no siempre es fácil de hacer.

 ¿Con qué está relacionada la frustración? 

     - Con el nivel de autoexigencia de cada persona. Si nos marcamos unas expectativas muy elevadas, será más fácil sentirnos frustrados. Es necesario revisar cuánto nos exigimos, y cuánto seríamos capaces de ajustar lo que esperamos de las situaciones. 

     - Con los IDEALES que tenemos sobre la vida, las personas, las situaciones… Esos ideales a veces se acercan a la perfección, y a menudo son inalcanzables. Entender que tenerlo TODO no es posible, es una parte de la madurez y de la vida adulta.  Para ilustrar este punto, voy a hablaros de otro paciente que tengo. Se siente angustiado porque no acaba de sentirse cómodo en ninguna relación de pareja. En la última que tiene, me decía el otro día: “Es que tiene muchas cosas que me gustan, pero otras que no…”. Hemos empezado a hablar de su ideal de pareja, de su concepto del amor, y está entendiendo que lo que desea que es una pareja que lo tuviera todo, es decir, que fuera “perfecta”, no existe y nunca la va a encontrar.

     Ajustar los ideales es algo imprescindible para tolerar mejor la frustración

     -Este último punto nos lleva a otra idea muy interesante que es que ELEGIR SIEMPRE IMPLICA RENUNCIAR. Esto va ligado a la idea de que cuando tomamos decisiones, también estaremos continuamente renunciando a cosas, es imposible decidir al 100% y acertar siempre.

      -Aceptar y normalizar los errores y las equivocaciones. Entender que también nos equivocamos, y que no pasa nada, suele ser otro asunto pendiente de trabajar a la hora de manejar la frustración.

      -Aceptar las normas, límites y consecuencias. La frustración se va aprendiendo a lo largo de la infancia, adolescencia y vida adulta. Si una persona ha sentido que ha tenido todo lo que ha querido durante la infancia y adolescencia, en la vida adulta se topará con obstáculos que le costará trabajo sobrellevar.  

Por ello, muchas veces se escucha que es importante a los niños y a los adolescentes comenzar a decirles que “NO” para que vayan asimilando que no siempre podremos satisfacer nuestros deseos.

 ¿Qué hago con la frustración? 

Esta es una pregunta que me hacen muy a menudo mis pacientes cuando ponemos nombre a lo que están sintiendo. “Quiero quitármela”, “Prefiero taparla”, “No quiero sentirla”… Muchas veces mi respuesta es: “Ser consciente de ella, entenderla y sostenerla”. De primeras, me suelen mirar con cara de desagrado porque lo que ellos quisieran es no tener que sentirla, pero cuando la terapia continúa, van entendiendo este mensaje. La frustración es una de las emociones más importantes a entender y manejar.

 Junto con lo anterior,  es importante no olvidarse de entender los límites a nuestros deseos y necesidades, que no existe la perfección, poder ajustar nuestras expectativas sobre las cosas y poder tolerar mejor nuestros errores y renuncias.

 Por último quiero terminar con el mensaje de que valoremos más lo que sí se hemos conseguido y conseguimos en nuestro presente, las necesidades y deseos que sí satisfacemos en nuestro día a día, no nos olvidemos de ello. Si pudiéramos tener más en la cabeza toda esta parte, nos frustraríamos menos.

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